La Guerra Civil y los medios
La Guerra Civil provoca unos grandes cambios en los medios enfocados principalmente en la propaganda
Irene Gómez Díaz
Madrid, 1946
![](https://static.wixstatic.com/media/f31389_fbdbec147fd64e6fa84dc6e10705d60d~mv2.jpeg/v1/fill/w_630,h_630,al_c,q_85,enc_avif,quality_auto/f31389_fbdbec147fd64e6fa84dc6e10705d60d~mv2.jpeg)
Queipo de Llano en Unión Radio
Como había ocurrido en la sublevación de Ceuta y Melilla, a raíz que avanzaba la guerra, la radio cobró más relevancia con el avance de la guerra. Se pusieron en marcha multitud de emisoras de radio. Durante el inicio de la guerra, los republicanos gozaron de una mayor ventaja en este aspecto pero fueron los sublevados los que se hicieron con el control efectivo de este medio. La figura más destacada, sobre todo por su brutalidad, fue Quipo de Llano que llegó a defender hasta violaciones.
La prensa escrita, sin embargo, no gozó de la misma suerte. Los periódicos considerados hostiles dejaron de publicarse y su maquinaria e instalaciones fueron incautadas por las autoridades o por organizaciones políticas o sindicales afines.
Durante este periodo destaca el caso de ABC. Su edición madrileña se mantuvo afín a la República ya que fue arrebatado a sus propietarios. Su edición de Sevilla apoyó a los sublevados y difundió sus principios, más acordes a sus valores.
![](https://static.wixstatic.com/media/f31389_5c04343e4cc74817b0827a891df5f89a~mv2.jpg/v1/fill/w_980,h_628,al_c,q_85,usm_0.66_1.00_0.01,enc_avif,quality_auto/f31389_5c04343e4cc74817b0827a891df5f89a~mv2.jpg)
ABC Madrid (izquierda) y ABC Sevilla (derecha)
Los diarios Ya, El Debate de Madrid y El Sol fueron incautados por el PCE mientras que Informaciones pasó a ser órgano del PSOE. El grupo editorial Estampa, editor de Ahora, As y Estampa, se puso al servicio de la "República del Frente Popular". Luis Montiel abandonó su dirección. La Vanguardia de Barcelona consiguió mantener una cierta independencia política hasta que en 1938 empezó a actuar como órgano oficioso del Gobierno Negrín.
Editorial Católica se hizo con la España nacional, como ya había ocurrido con anterioridad. Sus publicaciones estaban asentadas ya en las regiones y provincias diferentes a las grandes ciudades, y carecía de circulación de periódicos liberales y de izquierdas.
A su vez, el líder catalanista Francesc Cambó, solidario con el alzamiento, puso a disposición de los sublevados una oficina de propaganda establecida en París. Entre otras iniciativas, este organismo impulsó la edición de la revista Occident (1937-1939).
Por su parte, Falange Española, que partía de una situación de clara desventaja respecto a otros sectores de la derecha, consiguió crear una poderosa plataforma periodística mediante la incautación de cabeceras de diversa orientación ideológica: La Voz de Navarra de Pamplona se convirtió en Arriba España; el Diario de Aragón en Amanecer; El Día y La Voz de Guipúzcoa de San Sebastián en Unidad y La Voz de España, respectivamente, y así otras muchas publicaciones. Al principio de la guerra se podía adivinar ya el papel preponderante que Falange iba a desempeñar en el aparato propagandístico del nuevo régimen. La creación de la agencia EFE en noviembre de 1938 y la promulgación ese mismo año de la nueva ley de prensa, vigente durante casi treinta años, no harían más que consagrar esta posición de privilegio.
![](https://static.wixstatic.com/media/f31389_0202db6577f64350b5a8e5a54b6a249f~mv2.jpg/v1/fill/w_362,h_512,al_c,q_80,enc_avif,quality_auto/f31389_0202db6577f64350b5a8e5a54b6a249f~mv2.jpg)
Entre la necesidad de adoptar mecanismos de propaganda más llamativos están los carteles o los documentales, pero destaca también el llamado "periodismo de guerra". Este periodismo era necesario en las trincheras de la guerra para que los soldados estuvieran al tanto de las noticias y para mandar ánimos a los que allí luchaban.
Cartel de propaganda del bando republicano
Un capítulo aparte merecen las revistas literarias y culturales. En zona republicana hay que destacar la trayectoria de El Mono Azul (1936-1939), revista dirigida por Alberti y editada en Madrid por la Agrupación de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura; así como la emblemática Hora de España (1937-1938), editada en Valencia por un brillante grupo de escritores y artistas, como Alberti, Antonio Machado, Bergamín, Cernuda, Juan Gil-Albert, María Zambrano y un largo etcétera.
En el otro bando, las falangistas Vértice (1937-1946), editada primero en San Sebastián y luego en Madrid, y Jerarquía. Revista Negra de la Falange (Pamplona, 1936-1938), el polo opuesto a Hora de España.
Commentaires