El bienio negro y el principio del fin de la República
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Lerroux, presidente del partido Radical, y Gil Robles, presidente de la CEDA
Con la victoria de las derechas en las elecciones de noviembre de 1933 se forma un Gobierno de coalición entre la derecha posibilista de la CEDA de Gil Robles y el partido Radical de Lerroux, y se inicia el llamado bienio negro o contrarreformista. ABC y El Debate se alegraron del triunfo, aunque entre ellos había diferencias.
Los diarios de las derechas se dividían. ABC se mostró en desacuerdo con las concesiones de la CEDA y como él, otros periódicos de extrema derecha como La Época, La Nación, El Siglo Futuro o Informaciones, subvencionado por la Embajada de la Alemania nazi en Madrid. Editorial Católica continuó prestando atención a sus diarios de otras provincias que no fueran Madrid (El Ideal Gallego, La Gaceta Regional de Salamanca, La Verdad de Murcia, Ideal de Granada) y todos ellos muestran diversidad ideológica. El Diario de Valencia y el Correo de Andalucía se mostraron afines a la CEDA. Aparece, por otro lado, el diario Ya, que dio preferencia a la información y al ocio (teatro, toros, deportes), y no tanto a la opinión.
La relación entre la política y la prensa seguía siendo notoria: el propio Gil Robles había sido subdirector de El Debate y pertenecía al consejo de administración de varios rotativos católicos. Luis Lucia, ministro de Comunicaciones, era director del Diario de Valencia y el prestigioso diputado Antonio Royo Villanova era director de El Norte de Castilla, entre otros ejemplos.
Por su parte, el fracaso electoral de la izquierda significó muy pronto la radicalización de sus principales partidos y órganos de opinión. Heraldo de Madrid, Mundo Obrero (órgano del PCE) y El Socialista sufrieron una dura represión tras el fracaso de la Revolución de octubre de 1934. La censura previa estuvo vigente por espacio de quince meses y se eliminó cualquier rastro de su implantación (espacios en blanco, puntos suspensivos, mensajes de visado por la censura, etc.). Para llenar el vacío que las publicaciones suspendidas habían dejado, surgieron seminarios como Política, Claridad y Democracia. Poco a poco, la izquierda comenzó a resurgir, que finalizaría con la formación del Frente Popular y su victoria en las elecciones de febrero de 1936.
Durante estos años, cabe destacar la radicalización de la prensa en líneas más fascistas, en caso de los medios afines a las derechas, o más comunistas y revolucionarias, en el caso de los medios de izquierdas. La tendencia radical se observa incluso con mayor intensidad en las revistas doctrinales o de pensamiento como Acción Española (de extrema derecha con Maeztu y Carlos Sotelo entre otros), que gozaba de la afiliación y aportación económica de aristócratas y grandes figuras como el General Franco. Otra publicación en esta línea es La Conquista del Estado, claramente falangista. Algunos periódicos liberales defendieron la armonía entre los bandos tradicionales para hacer frente a la crisis nacional, como La Vanguardia, El Sol y, sobre todo, Ahora. Publicó su último número en junio de 1936.
La extrema izquierda, más próxima al comunismo, se refugian en los ensayos y la creación más artística y vanguardista con compromiso político. Es el caso de Octubre (1933-1934), dirigida por María Teresa León y Rafael Alberti. En Valencia se editaron Orto (1932) y Nueva Cultura (1935-1937) de carácter comunista. Finalmente, hay que hablar de la revista de poesía Caballo Verde para la Poesía (1935-1936), promovida por Pablo Neruda y máximo exponente del compromiso literario e ideológico de la generación poética del 27. En la extrema izquierda, Leviatán. Revista mensual de hechos e ideas (1934-1936), fundada y dirigida por Luis Araquistáin, fue el gran laboratorio ideológico de la izquierda del socialismo español en el período en que el PSOE se decantó hacia una posición revolucionaria de su táctica y de su proyecto.
Entre las revistas culturales de la preguerra hay que destacar también Cruz y Raya (1933-1936), dirigida por José Bergamín e ideológicamente inclasificable.
En 1935, la decadencia de la CEDA y el partido radical de Lerroux hicieron crecer a las izquierdas y se aliaron en el Frente Popular el 15 de enero de 1936 bajo los mandos de Azaña. Previamente a las elecciones, la censura previa se levantó para elaborar una campaña lo más democrática posible y se aprobó el uso de la radio para la misma. La radio demostró ser el medio del futuro por su rapidez y por el paso de figuras relevantes.
La vuelta de Azaña se enfrentó con una radicalización aun mayor de la izquierda y por la dificultad de mantener el orden público por incidentes cada vez más comunes: incendios de edificios religiosos, reuniones de conspiración militar, ocupaciones de tierras, huelgas salvajes, resistencia patronal a la amnistía, asaltos a periódicos de derechas mayoritariamente de Editorial Católica… El clima de violencia se agravó con los atentados cometidos por personas afines a la Falange.
El Gobierno, por su parte, bajo la jefatura primero de Azaña y luego de Casares Quiroga, restableció la censura previa mediante la declaración del estado de alarma que fue renovado mensualmente entre febrero y julio de 1936. La prensa de oposición sufrió severas sanciones: La Época y Ya fueron suspendidos. Como la información parlamentaria era la única exenta de censura, las sesiones de Cortes fueron aprovechadas por la oposición como privilegiado vehículo de comunicación con la opinión pública y se escondieron algunos mensajes y declaraciones en los periódicos. Las palabras que pronunció Calvo Sotelo a favor de una sublevación militar llegaron a sus verdaderos destinatarios gracias a su aparatosa transcripción por la prensa de derechas.
Los órganos del sector mayoritario del socialismo español, liderado por Largo Caballero, tuvieron también un relevante papel en este momento crucial pero sus diferencias y sus boicoteos hacían predecible el fin de la II República.
Y así fue. El 17 de julio de 1939, a través del medio instantáneo, la radio, el Frente Popular se hizo eco de otro fracaso en un nuevo intento de golpe contra la República en Ceuta y Melilla. El avance descontrolado de la sublevación en otras partes del territorio español provocó el principio del fin del régimen: la Guerra Civil.
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