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La prensa desde el aperturismo hasta el fin del régimen

Foto del escritor: Irene Gómez DíazIrene Gómez Díaz

Repasamos la prensa desde el aperturismo hasta la muerte de Franco


Irene Gómez Díaz

Madrid, 1975



Durante el aperturismo, las revistas como Triunfo y Cuadernos gozaron de un desarrollo amplio pero no podemos olvidar el papel de la prensa diaria en su desarrollo de una opinión pública plural e independiente.


Destacan diarios como Madrid, en sus llamados "cinco años gloriosos" desde 1966 hasta 1971. Fundado en abril de 1939, ese diario cambia de etapa con el nombramiento como presidente del consejo de administración del catedrático Rafael Calvo Serer, miembro del Opus, fundador de Europa Press y monárquico, siempre muy próximo a don Juan de Borbón.

Calvo Serer nombró a su vez a Antonio Fontán como director del periódico, también catedrático y miembro del Opus Dei. Multitud de jóvenes periodistas trabajaron en este periódico. En agosto de 1971, poco antes de su desaparición, Antonio Fontán y treinta periodistas de la plantilla formaron una sociedad de redactores para garantizar, según se dice en la declaración fundacional, la defensa de la verdad y la independencia profesional de la redacción frente al “poder gubernamental” y “los poderes del dinero”. Defendían también la instauración de la democracia en España. Todo esto le traería consecuencias graves. El gobierno suspendió el periódico dos meses y le impuso multas de gran valor. El artículo detonante de estas graves sanciones por segunda vez fue “Retirarse a tiempo. No al general De Gaulle”, elaborado por Calvo Serer el 30 de mayo de 1968. Trataba sobre el referéndum convocado por De Gaulle sobre su continuidad al frente de la República Francesa. Serer se refería a Franco en su artículo. Al reanudar su actividad, el periódico se refugió en la idea de que ellos se limitaban a plasmar la opinión pública del momento hacia la democracia y el progreso económico, social y político. Finalmente, el periódico desapareció por orden del Ministerio de Información al cancelar su suscripción.


Así anunciaba el diario Madrid su adiós definitivo


Las principales cabeceras de la prensa española vivieron la década de los 60 en una línea, en general, acomodaticia y más o menos expansiva como correspondía con una época de crecimiento económico y optimismo empresarial. Se diferenciaban de la prensa internacional porque no poseían la misma tirada que, por ejemplo, periódicos como Daily Mirror, británico, de unos 5 millones de ejemplares. Además, la televisión comenzó a instaurarse como principal medio de comunicación y entretenimiento.


Los medios que, según el Estudio sobre los medios de comunicación de masas en España publicado por el Instituto de Opinión Pública –antecedente del CIS-, poseían más tirada eran ABC, La Vanguardia y Pueblo, como prensa nacional, con unos 200.000 ejemplares. Los diarios Madrid, Ya o Noticiero Universal de Barcelona se situaban por detrás de estos con entre 50 y 60.000 ejemplares.


Durante este periodo hay casos que son especialmente interesantes en cuanto a la renovación de la prensa, como por ejemplo el diario El Alcázar de Madrid. Cambió de trayectoria con José Luis Cebrián, miembro del Opus Dei, a la cabeza. Este joven periodista focalizó su atención en elaborar titulares llamativos, mucha información, máxima atención a los grandes acontecimientos deportivos y a la vida de los personajes famosos, una buena dosis de reporterismo, en ocasiones sobre sucesos de gran impacto internacional (asesinato de Kennedy, guerra de Vietnam, revolución cultural china) y cierto empeño en la denuncia de problemas sociales y laborales desde una óptica populista y algo crítica con el poder, aunque no llegó a ser un periódico de oposición.


El veterano diario de la noche Informaciones fue también profundamente renovado. Desaparecido Madrid, se convertiría a principios de los años 70 en el gran abanderado de la prensa liberal e independiente, en un momento político crucial en que los medios de comunicación empezaban a tomar posiciones ante un cambio de ciclo histórico.


Entre 1969 y 1975, se inicia una nueva etapa que marca la senda hacia la Transición. En este clima de inestabilidad, ETA comienza a matar, los estudiantes se levantan y los conflictos laborales se suceden. Fraga es cesado y sucedido por Alfredo Sánchez Bella a principios de este ciclo. Su equipo estaría formado miembros del Opus y también por un falangista moderado como era el director de TVE: Adolfo Suárez. Por otro lado, Juan Carlos de Borbón había sido proclamado por las Cortes sucesor de Franco en la jefatura del Estado. La ley de prensa del 66 se aplicó con rigurosidad durante este tiempo.

La prensa satírica se abre paso en este marco histórico, como en el seminario de humor Hermano Lobo, favorito de los jóvenes y de los progresistas.

Portada de Hermano Lobo


Por estas mismas fechas, vio la luz otra publicación emblemática de la transición y de la democracia: la nueva revista Cambio 16, registrada como “Semanario de Economía y Sociedad” y puesta en marcha por un grupo de jóvenes empresarios y profesionales comprometidos con el cambio democrático desde posiciones liberales y centristas. De los 20.000 ejemplares de enero de 1974 la tirada del semanario pasó a 150.000 a fines de año y a 280.000 en 1976.

El diario católico Ya representó en estos años la apuesta periodística más firme por la apertura política del régimen hacia la Transición. El Ya no tuvo, en el final de la dictadura, una actitud ni tan rupturista como la de Cuadernos para el Diálogo ni tan pasiva como la de ABC. Esta línea posibilista supuso un incremento del número de lectores y una influencia decisiva (aunque efímera) en la primera etapa de la Transición.


Por su parte, el diario ABC mantuvo una línea confusa, sosteniendo el tradicional monarquismo del periódico y la idea de una reconciliación nacional patrocinada por la Corona, aunque apoyando siempre al régimen en los momentos difíciles. A diferencia de Ya, sin embargo, daba la impresión de que el periódico de los Luca de Tena llegaba a la transición democrática con el pie cambiado y fuera de la actualidad: su público estaba envejeciendo de forma alarmante.


Finalmente, Franco moría y así lucían las portadas de los principales periódicos










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Irene Gómez Díaz 

100431063

Universidad Carlos III de Madrid

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