Periodismo durante el primer franquismo
Actualizado: 18 ene 2021
Con el fin de la Guerra Civil, Franco instaura una dictadura. Durante este periodo, la prensa se pondrá al servicio del régimen
Irene Gómez Díaz
Madrid, siglo XX
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Franco en la portada del diario ABC
Durante los 6 primeros años de gobierno, la estrategia adoptada es la de perseguir a la prensa roja. La prensa del Frente Popular fue considerada el objetivo clave a incautar y a poner bajo los mandos del nuevo gobierno y en particular del nuevo partido Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS), que unificaba formalmente, bajo la hegemonía de Falange, a las fuerzas políticas integrantes del Movimiento Nacional , como ya había ocurrido en los primeros años de la guerra.
Ya durante la guerra habían impulsado esta estrategia de incautar la prensa de la izquierda y regular su uso. En 1937 se creó la Delegación Nacional de Prensa y Propaganda -precursor de Prensa del Movimiento-, encargada de controlar y coordinar la propaganda nacional nuevo régimen.
Otra de las ideas principales del régimen para controlar la prensa fue legislar sobre ella. En febrero de 1939 aparece la ley de responsabilidades políticas y el gobierno se hace con los periódicos y las emisoras de radio pertenecientes a los partidos y organizaciones afectadas por esta norma. Después de más de un año de la finalización de la guerra, se dictaba una nueva ley que establecía que la Falange sería la destinataria de las máquinas y otros bienes incautados de imprentas o editoriales durante los años anteriores.
En esta línea de conquista de los medios por parte de los sublevados, podemos nombrar a periódicos madrileños como El Sol o La Voz, cuyo taller, Tipográfica Renovación, sirvió para elaborar el nuevo diario falangista Arriba. En las instalaciones de los diarios Heraldo de Madrid y El Liberal, nació el nuevo diario Madrid. Algunos diarios se mantuvieron en pie después del fin de la guerra por su tendencia derechista o ultraderechista como Informaciones, ABC o Ya. Por otro lado, en la ciudad de Barcelona, Solidaridad Obrera se transformó en Solidaridad Nacional. La Vanguardia se limitó a modificar levemente su título a La Vanguardia Española. La conquista de medios aplicada durante la Guerra Civil permitió a la dictadura acumular los suficientes medios como para hacer aún más fuerte su discurso. Al rededor de un 40% de la difusión de la prensa española estaba controlada por el Estado.
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La Vanguardia Española con la caída de Madrid
La radio y el cine también fueron "saqueados" por el movimiento nacional. Radio Nacional de España se convirtió en el monopolio de la información nacional e internacional por orden del ministerio de la Gobernación. Las emisoras privadas se limitaron a difundir entretenimiento y no información. En 1940, Unión Radio adopta el nombre de Sociedad Española de Radiodifusión (cadena SER) y pasa a ser dirigido por uno de los periodistas preferidos del general Franco: Aznar Zubigaray. Por su parte, en el cine se impone la reproducción obligatoria del Noticiero Documental (NO-DO) cinematográfico en 1942 antes de las películas. Se trataba de una producción audiovisual que cambiaba cada semana de al rededor de 10 minutos que recogía informaciones nacionales e internacionales y que estaba preparado con exhaustividad y con un claro carácter propagandístico.
El exilio y el apoyo a los republicanos salió muy caro a los periodistas que se mostraron fieles a la República durante la guerra. Se consideraron como enemigos del nuevo orden. Ante esta amenaza, el régimen se cubrió las espaldas con más leyes, como por ejemplo la ley de prensa de 1938, inspirada por Serrano Súñer, que marcaba el fin de la libertad y la independencia de la prensa. Estipulaba las bases de la prensa como instrumento del Estado para controlar a las masas y, por lo tanto, no podía mostrarse contraria a él. Se guardaba el derecho a regular el número y la extensión de las publicaciones, la designación de los directivos -que traería muchos problemas en los periódicos- , las reglas que debían seguir los periodistas, la vigilancia de la prensa y el ejercicio de la censura -en la mayor parte de ocasiones ejercida de forma arbitraria-. Es muy importante resaltar que en esta época no había cabida a la opinión y la prensa se ceñía a la verdad oficial o única.
Algunos periódicos no volvieron a aparecer después del conflicto, como El Debate, víctima de las tensiones entre el Estado y la Iglesia por el poder que poseían ambos. También lo sufrió Editorial Católica que, paradójicamente, sufrió más que durante la República.
Durante la II Guerra Mundial, España pasó de la neutralidad a la no beligerancia y eso se plasmó en la prensa. Algunos ejemplos son la adopción de un tono que, “sin abandonar la postura de neutralidad española, sea favorable a los Estados Unidos”. Hasta poco antes, el embajador alemán se permitía comunicar directamente sus propias consignas a los periódicos españoles.
Se aprecian dos tendencias claras en la prensa franquista: la manía persecutoria y el culto a la personalidad. En cuanto al primer tema, se comenzó a perseguir a los judíos, masones y comunistas. Relacionado con el culto a la personalidad, muy característico de los regímenes totalitarios, cabe destacar el protagonismo de Franco como Caudillo por la Gracia de Dios, jefe de Estado, de Gobierno y del Ejército, Generalísimo… Los periódicos abrieron una guerra para decidir quién era el mejor adorando al Generalísimo.
Entre 1945 y 1951 se produce el llamado aislamiento internacional. Con la victoria de los aliados, y por lo tanto de los enemigos de Franco, y la retirada de embajadores por parte de Naciones Unidas, España se vio aislada. Obligado a vivir este periodo, el franquismo se encierra aún más en su política de adoctrinamiento y hasta Franco colabora en el diario Arriba con su pseudónimo Jackin Boor con la masonería como tema recurrente. Desde 1948, España vuelve a introducirse poco a poco en el panorama internacional con el apoyo de los países occidentales en el contexto de la guerra fría y la Falange experimenta un lento retroceso en beneficio de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas y de Editorial Católica.
Junto a la prensa y las organizaciones católicas, otro foco de tensiones fue el sector monárquico, encabezado por el diario ABC, que mantuvo su adhesión a la figura de don Juan. Monárquicos y católicos aspiraban a que se redujera el poder de los falangistas en el régimen de Franco.
En julio de 1951 el general Franco creó el ministerio de Información y Turismo, a cuyo frente situó al católico integrista Gabriel Arias Salgado. La política informativa se centralizaba , por fin, en un ministerio. Arias Salgado expresaba que los poderes públicos tenían que velar y proteger a la sociedad ante “las ideas disolventes, las calumnias, las críticas, las medias verdades, las campañas, los silencios, el laicismo, el ateísmo, el libertinaje, la pornografía, las herejías y tantas fuerzas subversivas como andan sueltas por el mundo”.
De la crisis de 1956 al Plan de Estabilización de 1959 se asiste a nuevos cambios. Los disturbios universitarios de febrero de 1956 en Madrid provocaron la más grave crisis interna sufrida hasta entonces por el régimen de Franco. El conflicto, zanjado con la destitución de dos ministros y dos rectores, se venía gestando desde octubre de 1955, con ocasión de la muerte en Madrid de José Ortega y Gasset. El acto de homenaje estuvo presidido por el rector, Pedro Laín Entralgo (un falangista liberal como Dionisio Ridruejo), que reivindicó la figura de Ortega, la poesía de Antonio Machado y la obra científica de Ramón y Cajal. En este episodio histórico la prensa tuvo mucho que ver. Sobre todo, algunas publicaciones minoritarias de carácter literario (situadas por lo general en la órbita de Falange) que se empeñaban en recuperar ciertos nombres de la literatura española oficialmente proscritos por su identificación con la España republicana. Eran los caso de las revistas Ínsula, Índice, Escorial, Alcalá o Laye.
El segundo factor que interviene en la crisis de 1956 es el cambio generacional con la aparición en la vida pública de una generación que no había vivido la guerra y que se mostraba un tanto distante de los valores y principios del régimen. Las secuelas de la guerra se iban superando poco a poco y la influencia de los países vecinos europeos entraba en el país. Existe una relativa política de apertura y tolerancia por parte de algunas autoridades académicas pertenecientes tanto al sector católico del régimen como al ala más moderada de la Falange.
En 1957 son nombrados dos miembros del Opus Dei son nombrados ministros. Los tecnócratas, una nueva familia política del franquismo con una influencia decisiva en los años siguientes, llegan al poder. En 1959 se promulga el Plan de Estabilización. España entra en la órbita del capitalismo internacional: se incorpora al FMI, al Banco Mundial (en el bienio 1958-1959) para tratar de hacer del desarrollo económico y del bienestar material de la población una nueva fuente de legitimación del régimen.
Los cambios llegan pronto al terreno de la política informativa con la llegada de Fraga al Ministerio de Información en 1962 y sobre todo con la ley de prensa de 1966.
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Fraga al frente del Ministerio de Información
En 1957 varias personalidades de la vida social y económica, entre ellos Torcuato Luca de Tena, creaban la agencia Europa Press. En 1964, Europa Press crece gracias al acuerdo con la agencia Associated Press y a la obtención de una autorización gubernamental para transmitir noticias, aunque no pudo desarrollar su actividad hasta la llegada de la nueva ley de prensa de 1966. Representaba a otra fuerza política que crecería a lo largo de estos años: los opusdeístas.
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